Parece increíble pero es cierto: los colchones tienen una vida útil que nos conviene respetar. En este artículo te contamos por qué, tu espalda te lo va a agradecer.
“No hay colchón que dure cien años…” Está bien, el dicho popular no dice exactamente eso, pero en este caso, podría aplicarse. Es que todos los colchones se jubilan después de cumplir su tarea y aunque no lo creas, el máximo beneficiario de eso sos vos.
El proceso es bastante lógico. Con el correr de los años y el uso que le des, tu colchón o sommier se va deformando y perdiendo sus propiedades. Aunque saber cómo elegir un colchón según tus características aumenta su durabilidad, hasta los mejores colchones necesitan un recambio cada cierto tiempo.
Tanto las colchonerías como los médicos recomiendan cambiar el colchón si lo usamos hace más de 10 años. Esto dependerá de los materiales con los que esté hecho y la calidad de los mismos. También se aconseja cambiar la base ya que una estructura vieja puede quitarle años de usabilidad al nuevo colchón.
Un capítulo aparte merecen las almohadas, que no duran más de dos años. Tenés que saber que no queda otra alternativa cuando de un momento al otro notás que tu hermosa y mullida almohada ya parece un rectángulo de papel aplastado. Si no querés comprar una nueva, al menos intentá cambiar el relleno.
Los cubrecamas y las sábanas anuncian casi a los gritos cuando ya es hora de comprar un nuevo par. Un clásico, para estos casos, son las estampas de flores que después de un tiempo desaparecen dejando ver una desteñida impresión de lo que fue su belleza y que, en ocasiones, sólo perdura en los bordes. Los acolchados pueden variar bastante en su expectativa de vida (el que tejió la nona probablemente sea inmortal).
Pero volviendo a los colchones, las señales pueden no ser tan evidentes. Como tu cuerpo se va acostumbrando al tipo de superficie sobre la que dormís es probable que no te des cuenta que es hora de comprar un nuevo colchón. Sin embargo, prestá atención a estos indicios porque pueden evitar los problemas de salud que acarrean con el tiempo:
- La superficie del colchón no está en buenas condiciones.
- Cuando te movés la estructura cruje o hace ruidos.
- Sin querer, te corres hacia el centro de la cama porque allí está hundido.
- Hay zonas del colchón que son más duras que otras.
- Sentís uno o más resortes en alguna parte del colchón.
- El sommier está inclinado o tiene algún desperfecto en una pata.
- Te despertás cansado, con dolores de espalda y cuello.
Si a esto le sumás que al colchón está en uso hace más de ocho o diez años, definitivamente es momento de conseguir uno nuevo. Si todavía no llega al límite de usabilidad pero ya presenta alguna de estas fallas, también es conveniente cambiarlo.
Un buen colchón funcionando en perfectas condiciones puede, literalmente, cambiarte la vida. Conseguir un sueño reparador por las noches evita problemas de contracturas, mala posición o postura, incluso ayuda con algunos problemas respiratorios. No está de más tener en cuenta que si tenés que hacer reposo por algún motivo, vas a querer que tu cama sea lo más cómoda posible.

Por su parte, una cama confortable y la almohada apropiada pueden significar un enorme alivio para los dolores de cuello, brazos, cabeza, espalda y los hormigueos, adormecimientos, mareos y hasta náuseas que provocan las molestias cervicales.
Además, dormir bien brinda toda la energía necesaria para encarar las actividades diarias con una dosis de frescura y buen humor. También es clave para bajar los niveles de estrés y tensión.
Sí, existen quienes lucen radiantes durante las mañanas. Tenés que saber que seguramente descansan bien, y no necesitan de una buena dosis de cafeína antes de interactuar con el mundo. Algunas personas tienen turnos nocturnos de trabajo y otras directamente desconocen ese “curioso concepto” de la mañana. Seas cual seas, a mejor descanso, mejor despertar.
¿Te compraste un colchón nuevo y querés reutilizar el anterior? Leé “Cinco nuevos usos que podés darle a tu viejo colchón”
Tres consejos para saber cómo cuidar un colchón
Saber cómo tratar a tu sommier o cama te garantizará que dure en buenas condiciones el mayor tiempo posible. Para ello, te compartimos algunas recomendaciones que harán una gran diferencia a largo plazo.
Siempre que compres un colchón es importante que te asesores sobre los cuidados y las indicaciones que traiga de fábrica. De hecho, estas recomendaciones dependerán de lo que indique el fabricante como un uso adecuado. Aún más, cuando se trata de una cama con características especiales, no te olvides de consultar cualquier particularidad que pueda tener en su uso y mantenimiento.
Cambiar o arreglar las patas de la base o sommier
Puede parecerte obvio, pero aunque la cama no esté completamente inclinada no significa que todas sus patas funcionen a la perfección. Chequear cada cierto tiempo el estado de la base y hacerle reparaciones te asegura una mayor duración en uso. Si directamente la base de tu cama se rompe pero el colchón está en buen estado o es relativamente nuevo, podés cambiarla por otra siempre y cuando midan lo mismo.
Dar vuelta y girar el colchón
Dependiendo de las especificaciones de los fabricantes, se recomienda dar vuelta y/o girar el colchón cada cierto tiempo para evitar el hundimiento de algunas zonas. Los que poseen las dos caras iguales pueden voltearse, como por ejemplo los colchones con resortes idénticos y equidistantes.
Los que tienen caras distintas se giran, de modo que la parte donde se apoyaba la cabeza pase a estar a los pies y viceversa. El consejo es hacerlo cada dos o tres meses como máximo. Te sonará insistente, pero esto tenés que corroborarlo con el fabricante porque dependerá exclusivamente del uso apropiado que te indiquen.
Utilizar cubre colchón o funda protectora
Cubrir tu colchón con una capa que lo proteja es indispensable para mantener una correcta higiene del mismo. Al dormir, nuestro cuerpo desprende partículas de sudor y también piel muerta. Además, la cama va juntando restos de polvo del ambiente. También puede suceder que manchemos con distintas sustancias nuestro colchón, como bebidas o comidas, incluso orina o sangre.
Poner solo una sábana cobertora no va a proteger a tu colchón de las bacterias, gérmenes y ácaros que puedan alojarse en él. Y si están en tu cama, vos o cualquier integrante de tu familia puede entrar en contacto con ellos, algo poco recomendable para la salud.
Por estos motivos es importante que mantengas tu colchón limpio y a salvo de cualquier tipo de derrame. Cuanto más incorpores el hábito de limpiar la cama, así como de cambiar las sábanas y frazadas con frecuencia, más tiempo te va a durar y mejor será tu descanso.
No te asustes, tampoco es que un monstruo hecho de gérmenes te va a atacar por la noche. Con realizar cada cierto tiempo una limpieza profunda del colchón y sommier y utilizar una funda de material impermeable y transpirable, vas a mantener los ácaros y bacterias a raya. “Hasta la vista, baby”
Leé también ¿Cómo quitar las manchas de los colchones? para aprender a limpiar tu colchón adecuadamente.
¿Qué colchón conviene comprar?
Tenés un montón de opciones distintas para elegir. Lo importante es que prestes atención a lo que venías usando y te preguntes si estaba cumpliendo su función. Es posible que en diez años tus preferencias cambien y necesites otra clase de cama.
Es importante que recuerdes que, al momento de cambiar de colchón, vas a pasar de uno que ya tenía tu forma marcada a otro “cero kilómetro”. Adaptarte al nuevo colchón llevará un tiempo de transición hasta que te acostumbres a lo nuevo. Antes de que te agarres la cabeza pensando que gastaste un montón de plata en un colchón que no te gusta, respirá hondo y tené paciencia.
Dependiendo del material, puede tardar entre cuatro y ocho semanas hasta que se acomode a la forma de tu cuerpo, por lo que va a pasar un tiempo hasta que lo sientas totalmente cómodo. Después de eso no la vas a querer soltar.
Es cierto, no todos prestan atención a la calidad del descanso y al estado general de los elementos que se usan para descansar. A fuerza de costumbre, la mayoría olvidan la importancia de tener una cama firme o la almohada correcta.
En ocasiones, pagar por un colchón nuevo, otro juego de sábanas y acolchado o mejores almohadas te puede parecer muy caro. Ves el precio total y no terminás de dimensionar la diferencia que puede hacer por tu salud y tu estado de ánimo. Lo mismo para el bienestar y el sueño de tus hijos.
Tené en cuenta que te va a durar al menos diez años, por lo que dedicarle un momento de reflexión a este tema es más una cuestión de amor propio que nada.
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