Si hay algo molesto en esta Tierra, y que puede enfurecer a cualquiera, es no dormir. Despertarse cansado a la mañana siguiente es un efecto que empeorará durante el día. Aunque, saber esto y no poder hacer nada con el insomnio nos puede llevar a ser muy creativos. Cuando tenemos un problema difícil, cuando ya probamos todas las alternativas posibles, cuando no podemos solucionar lo que nos aqueja, apelamos a nuestra imaginación. Así, esta pareja decidió realizar este experimento: dormir en el piso. Acá te contaremos qué pasó.
La escritora, madre y runner, Angela Cavallari Walker, no podía dormir. Se despertaba por las noches a causa de un dolor en el hombro. Y sus días empezaron a ser cada vez más complejos. Se levantaba cansada, el dolor no cesaba, la vida se hacía difícil en ese estado raro de somnolencia durante el día. Y ya había probado casi todo lo que había disponible en el mercado: un colchón premium, almohadas, ejercicios, calmantes. Todo esto la ayudó durante un tiempo pero ya nada hacía efecto.
Por eso, una noche cualquiera de un día cualquiera, Ángela y su marido decidieron probar una alternativa: ella dormiría sobre una colchoneta en el piso de su habitación. Mientras, su marido se quedaba en la cama amplia de dos plazas. Ella, boca arriba y con las rodillas apenas flexionadas, en la superficie de una colchoneta de gimnasia, él en todas las posiciones que puede adoptar el cuerpo humano cuando tiene tanto espacio para moverse.
La cama mullida, un hermoso y cómodo colchón, almohadas que nos podrían transportar a cualquier sueño, sábanas y acolchado delicado, por un lado. Por el otro, una colchoneta en el frío y rígido piso, con las mismas mantas que la cama, quizás, pero con un pequeño espacio. Una estructura preparada para el cuerpo versus el piso por el que solemos transitar.

Descansar mejor en pareja
La Reina Isabel y el Príncipe Felipe de Inglaterra tenían una habitación para cada uno. Solo compartían la cama durante las noches que lo deseaban. El resto de los días, cada uno disfrutaba de sus dulces sueños en forma individual. Muchas parejas de famosos también confesaron dormir en camas separadas. Para el resto de los mortales, en cambio, la vida en pareja implica dormir juntos. No solo por la costumbre y lo que significa simbólicamente para nosotros sino también por qué ¿quién tiene tantas habitaciones en su casa?
Entonces no queda más opción que pensar en una cama tan cómoda y confortable para poder compartirla entre los dos. Un colchón moderno que esté diseñado para parejas y para no moverse todo si alguno de los dos se mueve mucho mientras duerme. Y, almohadas que nos abracen la nuca y nos permitan poner una barrera en el medio de la cama si el otro tiene una noche difícil.
Dormir en pareja no es una tarea sencilla. Por eso, las camas, colchones, sábanas, almohadas y acolchados vienen diseñados para contemplar todas las necesidades de cualquier tipo de pareja. Aún así, cuando una de las dos partes sufre de dolor en las articulaciones, contracturas o músculos, dormir con otro puede ser una tarea imposible.
A veces, lo que puede empezar siendo un experimento ayuda a resolver este problema y otros que no teníamos en cuenta. En este sentido, la alternativa de Cavallari Walker nos brinda una nueva alternativa. Aunque en cuestiones de salud, siempre, debemos consultar con el profesional adecuado que pueden ser, en este caso, traumatólogos, deportólogos, kinesiólogos, osteópatas.
En el mismo cuarto pero uno arriba y otro abajo, en la cama y en el piso, como las tribus nómades. Después de todo, dormir en ese espacio reducido que es una colchoneta de gimnasia no es una costumbre nueva. Cuando Cavallari Walker empezó a buscar soluciones para su dolor de hombro encontró muchos resultados en Google que la llevaban a dormir en el piso. Así fue como todo este experimento empezó. Ya veremos cómo terminó.
Esas viejas maneras de dormir
Cuando las poblaciones originarias empezaron a tener la posibilidad de moverse, de recorrer y habitar distintos lugares, surgieron los nómades. Esos grupos de personas que no tienen un lugar específico para vivir y que, como en aquellos tiempos, van permaneciendo en distintos lugares. Hoy, este concepto se transformó en lo que se conoce como “nómades digitales”: jóvenes que teletrabajan de cualquier parte del mundo.
Desde el hombre de las cavernas hasta las tribus nómadas, el ser humano durmió en el piso. Sobre la misma tierra, sobre pieles de animales disecadas. Pero, también sobre las primeras estructuras de madera como las de “Los picapiedras” hasta las camas en la era moderna. La variante en sommiers, las estructuras de hierro forjado, los nuevos diseños en palets. La manera de dormir fue cambiando a medida que avanzaba la construcción de sociedades. Al menos en Occidente.
En Oriente, en cambio, los japoneses siguen con la costumbre de entregarse a sus sueños en el shikibuton o el kakebuton. Esa colchoneta de algodón y la manta que se usa encima y que vimos en “Karate Kid” o casi cualquier película de Estudio Ghibli. A este espacio para dormir se lo conoce como futón y se cree que surgió durante las guerras civiles del país. Pero fue recién en el siglo XX que se adoptó en forma masiva.
Aún cuando la cama, una estructura sencilla de madera, estaba destinada a la nobleza, los campesinos solían dormir sobre un conjunto de paja, esterillas de junco o plantas de arroz. Las camas llegaron desde China en el período Nara (710-794) y en el siglo VIII se empezó a desarrollar la costumbre del tatami. La cama más antigua que se conserva en Japón es la de quién fue el Emperador Shomu en el siglo VIII. Sobre la estructura de madera iba el tatami y así dormían las clases más ricas.
Muchas de las civilizaciones de la historia durmieron en el piso. No sabemos si les dolía el cuerpo o no, o cómo era su despertar pero hay mucha historia que demuestra cómo sobrevivimos, evolucionamos y cómo siempre nos ayudó a probar distintas cosas. Quizás experimentar con el sueño sea una que nos ayude a lidiar con problemas de insomnio.

El experimento
Antes de destinar una gran parte de su dinero a un colchón moderno e inteligente y unas almohadas acorde, la escritora Cavallari Walker decidió dormir unas noches en el piso. El objetivo era dormir juntos pero separados, en la misma habitación. Así, la escritora decidió pasar dos semanas durmiendo en el piso y luego publicó los resultados.
Empezó durmiendo con la espalda contra el piso y las rodillas apenas dobladas, una técnica que vió en la web y que se alejaba de su tan acostumbrada posición fetal sobre el colchón. Esa primera noche sufrió dolor en el hombro pero consiguió dormir profundamente, entrar en la fase REM. Tanto fue así que tuvo un sueño muy vívido que la acompañó gran parte del día siguiente.
Entonces, volvió a intentarlo. Esta vez uso un bolster o un rollo de espuma que se suelen usar para yoga para masajear la parte alta de su espalda y los músculos lumbares. En algunas clases de yoga se suele usar un palo de escoba, que también puede servir para el experimento. Estuvo masajeando su cuerpo al menos 5 minutos y se fue a dormir a su lugar en el piso, al lado de la cama.
A la mañana siguiente le dolía mucho el hombro y había vivido la peor noche de su vida. Tuvo que masajear su hombro con el bolster para empezar el día. Su dolor fue mejorando y había vuelto a tener un sueño vívido. Así que lo volvió a intentar. A la quinta noche ya podía quedarse boca arriba toda la jornada de sueño y el cuello y la espalda se sentían menos rígidos.
En la séptima noche tuvo pesadillas muy vívidas y dio varias vueltas pero su sueño había sido tan profundo que la entusiasmaba seguir intentando. La noche en la que tuvo una presentación ni siquiera el suelo pudo con su ansiedad y no durmió. Pero durante la décima noche tuvo una de sus mejores noches. Durmió bien y se despertó sin dolor. Así continuaron las noches siguientes. El último tiempo que pasó durmiendo en el suelo pudo disfrutar de sueños profundos y reparadores mientras su marido vivía lo mismo en la cama.
Por qué necesitamos descansar bien
No importa el camino, la meta es lograr un buen descanso. Podemos tratar de hacer algún experimento como este que llame nuestra atención pero no sin antes consultar a un profesional del sueño o del cuerpo. Y siempre necesitaremos comprender que cada uno tiene sus maneras, que el sueño es muy personal y que nuestra forma de dormir puede variar en el tiempo y en el espacio. No hay una regla secreta pero sí un objetivo común: descansar bien.
Dormir bien, estés o no en pareja, es una de nuestras mayores obligaciones personales. Una hora perdida de sueño es una hora que no se podrá recuperar nunca en la vida. Además, cuando descansamos, nuestras células se regeneran y oxigenan con más facilidad. Por ejemplo, la Rodopsina en los ojos se recupera del esfuerzo del día si le damos tiempo. Por eso, cuando no dormimos podemos tener cierta dificultad en la visión.
Por otra parte, si no descansamos, nuestro cuerpo acumula grasas y no puede quemarlas fácilmente. Al estar despiertos, le damos la información a nuestro cuerpo de que debemos estar alertas y esta situación de estrés es la que nos lleva a ganar peso si no dormimos. Así, aumentamos la posibilidad de sufrir hipertensión o diabetes al liberar más cortisol u hormona del estrés. Y, hasta de sufrir un paro cardíaco por no permitirle a nuestro corazón disminuir su frecuencia cardíaca si nos mantenemos despiertos toda la noche.
Dormir mejora la capacidad intelectual porque procesamos la información del día y eliminamos lo que no nos sirve. Así como nos ayuda a mejorar nuestras capacidades motrices, a la coordinación del cuerpo. Cuando dormimos, nuestro cuerpo se encarga de regenerar la energía que necesita, limpiar sus motores, elimina lo que no le sirve y se prepara para un nuevo día. Por eso, sea cual sea el experimento que decidas encarar, además de consultarlo con un médico, es importante que logres descansar muy bien.
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