Cuando no descansamos bien, muchas de nuestras funciones cognitivas se ven afectadas, bajan las defensas y el cuerpo empieza a sufrir las consecuencias.Dormir bien es un hábito que no debemos perder nunca y para eso, la herramienta más útil que tenemos es nuestro colchón.
Que no bebas café ni bebidas gaseosas. Que sí, quizás, una copa de vino pero no más. Que mejor cenes antes de las siete de la tarde y que te alimentes con sopas o licuados livianos. Que si podés, ni siquiera te hagas un mate para preparar la cena. Que no hagas nada de esto y, seguro, muchas cosas más cuando el sol cae. ¿Para qué? Para que puedas conciliar el sueño y no sufrir insomnio.
Las recomendaciones de nutricionistas, neurólogos, pediatras y psiquiatras para ir a dormir se difunden en la tradición oral y en medios de comunicación desde hace muchos años. También existen, por supuesto, las indicaciones de las abuelas, padres, tíos y ¡hasta vecinos! cómo no consumir cebolla por la noche, ni lechuga, ni comidas muy elaboradas, ni preparaciones con grasa, no ver películas de terror o noticieros, no discutir ni consumir agua en exceso.
Es que la falta de sueño y el insomnio son temas tan recurrentes como sacarle punta al lápiz. Lo que sucede es que, hoy, la situación causada por un virus que se propaga sin descanso alrededor del mundo provocó un aumento de las personas que no pueden dormir.
El miedo aumentó por los efectos de la pandemia y, también, el estrés, dos grandes causas de los problemas recurrentes en el sueño.
Por otra parte, las situaciones personales tampoco nos ayudan. La pérdida de hábitos, la falta de voluntad que antes podíamos y ahora no o que antes deseábamos y ahora no, la angustia, la abulia, las ganas fervientes de que todo vuelva a ser como antes o al menos, la parte que más nos gustaba.
Sufrir insomnio es frustrante y si no podemos leer o encargarnos de lo que nos preocupa porque estamos entre el sueño y la vigilia, al menos, podemos hacer algunos cambios en nuestra vida.

El insomnio afecta al sistema inmunológico
No solo podemos cometer más errores, estar más dispersos, olvidarnos cosas o sufrir abulia si no dormimos, también estamos más propensos a captar los virus y bacterias que estén dando vueltas en el aire.
Un estado de alerta permanente, un exceso o falta de actividad física y alteraciones emocionales pueden causar tanto insomnio como un estrés sostenido, la resistencia a cambios impuestos o deseados, la imposibilidad de recibir afecto o la necesidad y falta de control cuando la vida se complica. Otro factor a tener en cuenta es la ansiedad, que puede provocar más dificultad a la hora de dormir.
Por todo esto es muy importante, por un lado, poder entender qué nos pasa, qué sentimos, cómo estamos y acudir a los profesionales pertinentes. Y, por el otro, encargarnos de nosotros mismos tanto como de nuestras ocupaciones. Si logramos dormir las horas que necesitamos (de acuerdo a las recomendaciones son entre 7 y 9, dependiendo de la edad), estamos más preparados para enfrentar enfermedades como hipertensión o diabetes y, hasta un simple dolor de cabeza. Así como no podemos trabajar en cualquier lugar, ejercitarnos o cocinar, tampoco podemos dormir en un ambiente que no sea favorable a nuestro cometido: dormir bien, descansar cada noche.
Tu habitación, tu sueño
¿En qué estado está tu cama? ¿Tu colchón, tus almohadas, tus sábanas? ¿Qué te causa el color de las paredes? ¿Qué hay alrededor? ¿Te lo preguntaste alguna vez? Un ambiente incómodo y desordenado te impedirá dormir o, más aún, hará que tu descanso sea una misión imposible. Un lugar colapsado y el buen dormir no se llevan bien.
Pocas veces dedicamos tiempo y destinamos recursos a hacer más confortable nuestra habitación, nuestra hora de dormir. Hay personas que necesitan la habitación totalmente oscura, otras no pueden cerrar los ojos si no queda una luz encendida y, están quienes pueden dormir de cualquier forma. Sin embargo, a todos, un buen colchón puede hacerles más cálido y confortable el dormir.
Cuando se sufre de insomnio, crear un espacio tranquilo y sin estímulos es muy importante.
Hay que evitar todo aquello que nos distraiga de nuestra tarea principal: dormir. Por eso, no es recomendable descansar con el celular cerca. La exposición a los rayos lumínicos de las pantallas cuando estamos acostados le impide a nuestro cerebro entender que es la hora de dormir.
Si hay ventanas abiertas que permitan la entrada de sonidos del exterior, deberíamos poder cerrarlas. Lo mismo con las cortinas si nuestra ventana da a un farol de la calle o a una luz, cualquiera sea.
Pero, entonces, ¿no se puede hacer nada antes de ir a dormir? Sí, tenés muchos recursos para activar antes de ir a la cama y lograr un buen descanso: Actividades como la lectura, meditar o realizar ejercicios que nos permitan relajarnos e induzcan nuestro sueño son algunas opciones. También se recomienda beber té de manzanilla, concentrarnos en nuestra respiración, usar bloqueadores de luz como antifaces o veladores especiales para la noche.
Pero, sobre todo, debemos garantizarnos tener una cama muy cómoda, con un buen colchón sobre el que se pueda empezar a construir el ambiente ideal para poder, de una vez, entregarnos al sueño y descansar.

Un buen colchón
Cuando se empieza a sentir el efecto del nuevo colchón, hay un cambio en nuestra vida. No solo porque descansaremos mejor sino porque nos despertaremos con más energía y, en nuestros días de descanso, no vamos a querer salir de la cama. La sensación de poder apoyar nuestro cuerpo en un lugar suave y cómodo, mullido y flexible, firme y delicado, es única. ¿Quién puede recibir mejor nuestro cuerpo que la suavidad de un colchón? Esto es lo primero que necesitamos para confiar en que podremos, ahora sí, dormir.
Entonces, debemos tener en cuenta que es necesario encontrar un colchón firme, que se adapte a las necesidades de nuestro cuerpo y de nuestra columna. Si tenemos algún problema cervical, por ejemplo, o hernia, debemos hablar con los expertos (médicos, deportólogos y, también agentes de venta) para que nos indiquen cuál es la mejor opción en el mercado. Hay colchones que ayudan a alinear la columna, otros que tienen soportes para la espalda y las articulaciones, otros que están sellados con gel.
Si tenemos un compañero o compañera alta, si dormimos con nuestros hijos o si necesitamos tener espacio para dormir, debemos focalizarnos en el ancho del colchón. Hay un colchón para cada deseo y para cada persona.
Ahora, si estamos pensando en levantarnos con comodidad y no nos gustan las camas bajas, la atención deberá estar puesta en el alto del colchón y en el tipo de cama elegida: pueden ser sommiers, camas a medida, camas antiguas, de 1, 2, 2 plazas y media o King. Levantarnos con la comodidad que necesitamos es tan importante como dormirnos a tiempo, cuando oscurece, en el mejor lugar del mundo: nuestra cama.
Hay, también, colchones que se ajustan en la cabecera o en los pies para quienes deben dormir en posiciones determinadas.
Es que la posición que te permite dormir mejor también es un factor a tener en cuenta a la hora de elegir el colchón ideal. Si sos de los que duermen boca abajo, necesitarás un colchón más firme para que tus caderas queden en línea con los hombros. La clave siempre es cómo el colchón permite que tu espalda quede alineada. Esa es su función principal porque mientras la espalda esté en una posición saludable, más fácil será dormir y más enfermedades se preverán.
Por eso, para los que duermen boca arriba el colchón ideal es uno que sea medianamente firme, que evitará generar tensión en los hombros y en la espalda baja. En cambio, los que duermen sobre un lado, deben optar por colchones suaves o menos firmes que se adapten a la forma del cuerpo y que no ejerzan mucha presión en hombros y cadera.
Para los que cambian de posición cada día, el quid de la cuestión es elegir un colchón de firmeza media, que se adapte a las distintas posturas corporales, sin ejercer mucha presión en ninguna y aliviando la tensión de acuerdo a lo que hagamos. Un colchón adaptable, que no sea ni muy firme ni muy suave, un colchón híbrido.
Una vez que elegimos y compramos nuestro colchón, debemos probarlo. Pero, antes, -los rituales son parte del buen dormir- necesitamos poner en orden nuestra habitación. Esto implica quitar todos los elementos que puedan distraernos, chequear qué velador dejaremos en nuestra mesa de luz, qué almohadas usaremos y de qué almohadones prescindiremos a la hora de dormir. También, qué es lo que necesitamos y antes no habíamos contemplado.
De esta forma, cuando llegue la noche, corras las sábanas y te zambullas en el nuevo colchón vas a acordarte de lo importante que fue haber llegado hasta ahí. ¡Qué lo disfrutes!
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